Raquel Laseros: "La Historia no se ha parado nunca y menos ahora. Nuestra obligación moral como
generación es seguir empujando en la dirección que consideremos correcta. No
simplemente disentir y quedarnos de brazos cruzados"
Lirismo, diversidad,
esperanza; metáforas e imágenes impresionantes. Pero sobre todo y ante todo,
coherencia y solidez en la construcción poética. Estos, tal vez, sean los rasgos más
positivamente destacables de la poesía de Lanseros. Como ella misma ha comentado, un poema es una
suma de elementos: emoción, reflexión, musicalidad, imaginación, capacidad de sugerir.... y, en los
suyos, logra que todos ellos se
combinen constituyendo una unidad, un todo armónico donde ninguno de ellos desequilibra
el conjunto con su predominio y/o su disonancia; igual que un guiso delicioso donde la cantidad de cada ingrediente está presente en su justa medida, tal y como la autora metafóricamente nos explica.
Raquel Lanseros, Jerez de
la Frontera (1973), es una de las voces más premiadas
y reconocidas de la nueva poesía española. Ha publicado los libros de poemas
Leyendas del Promontorio (Ayto. Villanueva de la Cañada, Madrid, 2005), Diario
de un destello (Editorial Rialp, Colección Adonáis, Madrid, 2006), Los ojos de
la niebla (Editorial Visor, Madrid, 2008) y Croniria (Ediciones Hiperión,
Madrid, 2009) y Las Espinas Pequeñas son Pequeñas (Ediciones Hiperión, Madrid, 2013).
P.
He leído por Internet que, según tú misma has dicho, el poemario es una
reflexión sobre tu propia vida ahora que te encuentras a medio camino de ella.
Creo que en esta reflexión que haces y que intentas plasmar en el libro, la
conclusión final, pese a todas las amarguras que la existencia pueda contener, que también, por
supuesto están presentes, es que la vida en general es algo bueno y positivo y
que merece la pena ser vivida. ¿Estarías de acuerdo con esta conclusión que yo
he sacado de su lectura?
R.
Absolutamente de acuerdo. Ni yo misma lo hubiera expresado mejor. El poemario,
aunque habla de muchas cosas, intenta lanzar un mensaje positivo: las espinas
están, nadie lo oculta. Y son pequeñas. Bueno, algunas son grandes, pero
nuestro subjetivismo y afán de lucha las hace ver pequeñas. Y al final del
camino, vivir es una experiencia única y una oportunidad tan asombrosa que
merece la pena siempre.
P.
¿Entonces podríamos concluir que hay motivos para la esperanza, pese a todo lo
malo que vemos, oímos y sufrimos día tras día?
R.
Sin duda ninguna. También es cierto que además del devenir colectivo existe el
individual y cada uno sabe de las vicisitudes por las que pasa en cada momento;
pero yo creo que, en general, si no se tiene una excesiva mala suerte, la vida
es un lugar que merece ser transitado.
P.
¿Te posicionarías entonces radicalmente en contra de los versos de Jaime Gil de
Biedma, que escribió en sus últimos años refiriéndose a la vida, en los que
dice de ella que “envejecer, morir es el único argumento de la obra”?
R.
Pues yo no me posicionaría en contra. En primer lugar porque es un autor que me
fascina y, en segundo lugar, porque lo que dice ese poema en concreto es
absolutamente verdad. Envejecer, morir… yo no sé si es el único argumento de la
obra, pero desde luego es el argumento de fondo. Eso es innegable y en este
sentido Gil de Biedma está cargado de razón. Sin embargo, también es cierto,
como han dicho muchos filósofos, que la meta está en el propio camino: la esperanza
y la alegría están escondidas en el
“mientas tanto”. A pesar de todo, no podemos quitarle la razón a Jaime Gil de
Biedma.
P.
Volvamos a tu poemario. Al tratarse de una reflexión sobre tu vida, nos
encontramos ante un libro con una gran variedad de asuntos en detrimento de la
unidad temática que suele caracterizar a los poemarios actuales, aunque a mí
personalmente me ha gustado mucho esta variedad. En él está presente tanto la
nostalgia, como el amor, como el misticismo, como la filosofía, como la
historia, como la crítica social etc. ¿Nos encontramos ante un poemario de
poemarios?
R.
La verdad es que este enfoque para mí es sorprendente, como siempre lo es
escuchar a otra persona que interpreta lo que escribes. Y sí, es cierto, en el
sentido de la variedad temática, lo es. Tienes toda la razón cuando dices que
uno de los rasgos de los poemarios actuales es la unidad temática en torno a la
cual se vertebran. Yo he construido un poemario de temática más miscelánea, más
heterogénea porque me parece que la vida lo es. Y en este caso yo necesitaba
retratar la vida y no una parte de ella.
P.
El poemario y creo que toda tu obra en general es un alegato contra el
escepticismo. De hecho, he leído en tu web una cita preciosa en la que dices:
“que no crezca jamás en mis entrañas esa calma aparente llamada escepticismo”.
Sin embargo perteneces – pertenecemos –
a una generación (la llamada generación X no se si bien o mal) bastante
desilusionada con la vida y muy escéptica en muchos aspectos, sobre todo los
relacionados con la política, la economía y la sociedad en general, que
percibimos cómo corrupta y falta de valores. Y eso también se refleja en el
arte y en la literatura. ¿Sientes que te distancias radicalmente en este
sentido de tu generación?
R.
Todo lo que has dicho es cierto en el sentido de que estamos en desacuerdo con
el “statu quo” y con muchos problemas de injusticia social que existen y ante
los que yo, personalmente, me posiciono
radicalmente en contra. Sin embargo soy más partidaria de aquello que decía
Eduardo Galeano de “dejemos el pesimismo para tiempos mejores”. Es decir, yo
creo que el escepticismo es bastante paralizante como actitud. La ilusión, y no
sólo ahora, también en tiempos pasados de la Historia, ha sido el motor del
cambio. Y como a mí también me gustaría cambiar lo que veo porque no estoy de
acuerdo con muchas cosas, creo que la ilusión y la alegría son lo más
importante. La ilusión en el sentido de seguir creyendo, porque el escepticismo
es descreimiento pasivo y yo abogo por la acción. Pero sí me siento parte de mi
generación en el sentido de que soy capaz de ver todas las cosas que no me
gustan y lo asumo. Solamente difiero en la creencia de que es necesaria la lucha
y no sentirnos derrotados. Porque no se va a parar la Historia. La Historia no
se ha parado nunca y menos ahora. Nuestra obligación moral como generación es
seguir empujando en la dirección que consideremos correcta. No simplemente
disentir y quedarnos de brazos cruzados.
P.
Pese que en el poemario predomina el sentido lírico, pienso francamente que
abordas la temática social en poemas cómo “El precio del ventajismo”, “No
choice” o “Los lobos de Valparaiso”, en
el que vislumbro además una cierta conciencia ecologista. ¿Hasta qué punto
piensas que parte de tu poesía podría definirse cómo social o de la conciencia
crítica?
R.
Es difícil juzgarse a uno mismo y cierto que los problemas acuciantes
político-sociales me preocupan activamente. Yo personalmente estoy muy
concienciada y es lógico que esta preocupación aparezca en mis poemas. Muchos
de los que has mencionado podrían encuadrarse dentro de la poesía social, por
utilizar una nomenclatura más generalizada, o de la conciencia crítica, que es
la última manera de llamar a algo, en todo caso, muy parecido. También en otros
libros tengo poemas que tratan sobre el presente, pero también sobre el pasado
de manera crítica.
P.
¿Qué piensas del futuro de esta poesía social de la que estamos hablando, en
los tiempos que vivimos?
R.
Creo que tiene mucho sentido. Posiblemente nunca dejó de tenerlo. Pero en estos
tiempos nos lo están poniendo en bandeja. Es muy difícil quedarse impasible
ante lo que está ocurriendo.
P.
Creo que algunos de tus poemas existe una cierta visión el sentido de unidad,
de sentir que formas parte de un todo, como en el poema “resistencia al
cálculo” en el que dices textualmente “Yo he venido / a ser ola a la vez que
miro al mar”. También parece desaparecer el tiempo, confundirse el pasado, el
presente y el futuro en este sentido de Unidad, como en “La eternidad se llama Buenos Aires” o “El
ombligo de la luna” ¿Definirías pues tus poemas cómo orientalistas, budistas o hinduistas? ¿Hasta qué punto estas
filosofías te han influido como persona y como escritora?
R.
Yo soy una apasionada de la filosofía. Y cuando uno estudia, de manera lega
como es mi caso, filosofía, entra en contacto con creencias orientales. Sin
embargo, no es solamente de éstas de las que yo he extraído esta sensación de unidad
cósmica, de panteísmo, si quieres llamarlo así. Es verdad que preside algunas
de mis composiciones y además es algo en lo que yo creo sinceramente. Pero
también pienso que a esta conclusión puede llegar cualquier ser humano de
cualquier punto del planeta. Es cierto que vivimos en una civilización poco
proclive a este tipo de profundizaciones. Sin embargo, en nuestra filosofía
occidental cercana que empieza con los griegos, existen muchas referencias a este sentido unitario.
Por ejemplo, los monistas, que concebían la naturaleza como un todo.
P.
Bueno, en realidad cualquiera puede experimentar ese sentido de unidad del
que hablas, aunque no haya leído filosofía…
R.
Claro. La espiritualidad es algo humano e innato, aunque las religiones hayan
querido apropiarse de ella. En cualquier momento, cualquier persona puede
desarrollarla, sólo tiene que adentrarse en sí misma.
P.
Observó que en el libro la nostalgia está también muy presente, de hecho dos de
los, a mi juicio, mejores poemas del
libro que son “Villancico remoto” y “Donde quiera que estés” poseen un fuerte
sentido nostálgico. ¿Crees que el pasado, con el impulso romántico de la
evocación, puede tener más fuerza o posibilidades poéticas que el presente o el
futuro?
R.
El presente y el futuro también están llenos de posibilidades poéticas. Pero
hay algo que no debemos nunca olvidar y es que la vida, tal y como la
concebimos nosotros, posee un sentido lineal. El presente creemos tenerlo y el
futuro llegar a tenerlo. El pasado, sin embargo, está perdido para siempre.
Este sentido de pérdida, de no poder volver nunca a este pasado, lo idealiza. Y
esto multiplica sus posibilidades poéticas. Lo que ya no existe es
emocionalmente evocador y evocativo. Lo que ocurrió, como no va a volver a
ocurrir nunca de la misma manera, tiene un componente de melancolía y de fuerza
emotiva inigualable.
P.
Hay un poema que me ha gustado especialmente que se titula “Premonición
Inversa” y que cuenta la historia de dos amantes, de una especie de amor que
pervive en el tiempo. Creo que te refieres a unos hechos históricos, pero yo no
sé a cuáles exactamente. ¿Crees que los poetas deberíamos salirnos un poco de
nosotros mismos y hablar sobre otros personas o personajes en nuestras
composiciones? ¿Qué piensas de los poemas que cuentan historias y que se
engarzan con la narrativa quedándose a medio camino entre un género y otro?
R.
Creo que sí. Es obvio que la poesía es una especie de espiral que va hacia
adentro. Pero no por eso tiene que tratar siempre del yo. La intimidad, el
interior de los seres humanos es, sobre todo, el nosotros. La poesía es un
punto de encuentro entre el yo y el tú; es ese lugar donde el nosotros se hace
cotidiano y cálido. Hablando a veces de los demás estamos hablando de nosotros
mismos. Sería pues muy pobre y muy anecdótica si sólo hablase de algo tan
concreto como es la experiencia estrictamente personal. Yo creo que debemos
hablar bien de nosotros o bien de los demás, pero siempre hablando de todos. O
al menos intentarlo.
P.
Eres muy buena construyendo metáforas, algunas me parecen francamente
magistrales como cuando dices “ya no
queda ni una gota de miel sobre los árboles” o “hemos visto el violento latir de los colmillos / igual que minaretes de
funesta belleza”. Sin embargo, ¿qué te parece más importante en un poema,
que tenga capacidad de sugerir o capacidad de comunicar y expresar una idea más
o menos concreta?
R.
Yo creo que ambas. Es como si nos preguntáramos qué es más importante, si la
mano derecha o la mano izquierda. Las dos son parte de nuestra persona y la
pérdida de cualquiera de ellas nos mermaría. En un gran poema, como un puzle
milagroso, que es lo que creo que es, todos los componentes tienen que tener
una lógica y todos deben estar presentes. Aunque en determinados poemas unos
tengan más protagonismo que otros por alguna razón. La capacidad de sugerir,
esa función poética del lenguaje haciendo arte consigo misma, es capital. Pero
también lo es la capacidad de expresar ideas porque la poesía también se construye
con inteligencia. Luego están la emoción y la musicalidad y te das cuenta de
que no puedes prescindir de nada. Es como un guiso: cada ingrediente tiene que
estar presente en su justa medida si queremos que sepa bien.
DÓNDE
QUIERA QUE ESTÉS
Puede que nunca alcances a suponer la luz,
la obstinada pureza que me habita por dentro
si pienso en nuestra calma. Tan desnuda.
¿Recuerdas? Los minutos
nunca saciaban su hambre.
Como si no existiera más mar que mis mejillas,
te sumergiste al fondo del agua que me puebla.
Aunque ya te hayas ido sigues manando ausente,
recorres la espesura y riegas el silencio.
No puede haber tristeza en un pecho mojado.
Las estrellas lo saben.
Y
tú en alguna parte.
Qué más da quien tú eres. Importa quien tú fuiste.
Cómo me convertiste en un cuerpo más sabio.
Hay cosas que el pasado olvidó arrebatarme
cuya naturaleza es quebradiza y frágil.
Memoria hecha raíces que sostiene la vida.
Raquel Lanseros
(de Las Pequeñas Espinas son Pequeñas, 2013)