TODAS LAS VIDAS
Todas las vidas es el primer poemario publicado por Jorge Díaz-Leza, joven autor madrileño que ya se ha prodigado en el campo del relato y la novela . Esta incursión en el ámbito poético la ha realizado con un texto intimista en el que, a modo de palimpsesto, secruzan historias de amistades, amores y personajes, casi siempre teñidas de un fuerte compromiso social, humano y ético, con este tiempo de ausencia de libertades y recortes económicos que nos ha tocado vivir. Una mirada poliédrica y hermosa que nos muestra las facetas más frescas, juveniles y resplandecientes del ser humano y su natural tendencia al amor y al compromiso. El libro cuenta con un prólogo del coordinador de la Tertulia Literaria del Círculo de Bellas Artes de Madrid, Alfredo Piquer Garzón.
José María Herraz
Puedes adquirir TODAS LAS VIDAS pidiéndolo en tu librería habitual o a través de la página de la editorial POETA DE CABRA pinchando en este ENLACE.
Más información:
Entrevista de Javier Colón al autor en EL RINCÓN DE LAS LETRAS
Entrevista en "Poetas en el aire" de Radio Vallekas
Entrevista en Radio Utopía
Primera presentación en El Ateneo de Madrid
Presentación-Concierto en Zarzalejo
Dos pinturas / dos poemas
Homenaje a Ladislao Martínez
Próxima Presentación-Concierto en Madrid
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Presentación-Concierto en Zarzalejo
Dos pinturas / dos poemas
Homenaje a Ladislao Martínez
Próxima Presentación-Concierto en Madrid
NUNCA
MAIS
(Inma)
Vine del sur para limpiar tu rostro.
Tu rostro moldeado, a cada exhalación,
por un millar de manos invisibles.
Con agónica sed lo lamí
cavando el veneno.
Y destrocé mis labios y mi lengua
en chapapote
por encontrar tu fresco
sabor a transparencia.
Sí, vine, vinimos
del sur.
Asaltamos los trenes y los autobuses
con ciego furor de ventisca
para volvernos nieve
y avalancha
en tu playa.
Vine del sur para limpiar tu rostro.
Tu rostro que tomaba la forma de los vientos.
PALABRAS
Recompondré esas palabras,
las reviviré de nuevo.
Esas palabras tan muertas,
hundidas en el estiércol,
que han escupido los hombres,
pisoteado y deshecho.
Recogeré esas palabras
esparcidas por el suelo.
Y exprimiré mis palabras,
romperá en zumo su pecho,
puro néctar de esperanza
con que regaré el desierto.
Y crecerán muchos árboles
con manos de puño abierto,
y acudirán muchas alas
buscando refugio nuevo.
Lo que tan sólo fue arena
será ramas, flores, vuelos
y será trino de aves
lo que tan sólo silencio.
PALABRAS
Recompondré esas palabras,
las reviviré de nuevo.
Esas palabras tan muertas,
hundidas en el estiércol,
que han escupido los hombres,
pisoteado y deshecho.
Recogeré esas palabras
esparcidas por el suelo.
Y exprimiré mis palabras,
romperá en zumo su pecho,
puro néctar de esperanza
con que regaré el desierto.
Y crecerán muchos árboles
con manos de puño abierto,
y acudirán muchas alas
buscando refugio nuevo.
Lo que tan sólo fue arena
será ramas, flores, vuelos
y será trino de aves
lo que tan sólo silencio.
QUISE
SABER CÓMO TE LLAMAS...
(Quique)
...y ayer
te lo pregunté,
pero
no te diste cuenta que estaba junto a ti.
Soy
tan pequeño
que ni
siquiera mi voz
ha
podido brincar
por
encima de tu nombre.
Me
entretengo en el jardín
viendo
moverse las hormigas
mientras
tú riegas las rosas
por
detrás de la cerca.
Creo
que puedo llamarte
empezando
por A,
pero
aún no he encontrado la palabra en mi cartilla.
Me han
dicho que creceré pasados diez veranos.
Todavía
no he aprendido la lección de las estaciones.
Continuaremos
juntos a pesar de que en la escuela
estoy
la mayor parte del día, no en el jardín.
Eres
el uno que crece por encima del cero
o la
“i” que me mira con su único ojo
cuando
la “o” bosteza al final de la palabra.
Las
clases se suspenden cuando empieza el calor
y mis
amigos se marchan sin despedirse.
Me
quedan las cigarras que brincan en la hierba
y tú
ya no vienes a ocuparte de las rosas.
La luz
de tu ventana se apagó al anochecer.
El
viento me susurra el jolgorio de un baile
desde
el pueblo vecino.
Me han
dicho que creceré pasados nueve inviernos.
Pero
aún no he aprendido la lección de las estaciones.
SU BOCA VINO A MÍ
(Ruth)
Su boca vino a mí:
nadaba en el aire
en torno a mi cabeza.
-¿Quién eres?-pregunté
-Una boca. Sólo una boca.
La boca de un hombre que quisiera
devorarte.
Y me condujo a la casa donde el hombre
sin boca dormía,
dormía y soñaba, plácidamente,
ignorando la ausencia de sus labios
rebeldes
que esa tarde volaron a contarme sus
deseos.
CATORCE
(Almudena)
Llegaste un día, llegaste.
Lancé mi miedo sombrío
a la hoguera de tus rizos
y se volvió ceniza
inconsistente
que el viento barrió
y dispersó
a nuestros pies.
Porque te abracé.
Porque fue como si en tu cuerpo
también la abrazara a ella,
como si en tus ojos viera
su ilusión sin límites
y aquella vieja sonrisa
de resplandeciente esperanza.
Como si de un abismo
de fosas y cadáveres
su cuerpo emergiera en tu cuerpo
penetrando por tus plantas,
adueñándose de ti,
reviviendo de nuevo
bajo tu carne joven,
cerrando las heridas
de su pecho fusilado.
Y eras tú
y era ella.
La perfección se completó
como cuando el sol
y los campos floridos
llenan la tierra de cielos estrellados.
Y te besé.
Y tus labios de pronto
me contagiaron de ella.
Y volvía a creer
y a gritar mi rebeldía
de nuevo,
sin temor.
Y volamos de la mano por las calles
donde la multitud perseguía
esqueletos de sueños
y alzaba viejos cantos naufragados
sobre olas de banderas.
Porque era la primavera.
Y era abril
y catorce
y la República.
CATORCE
(Almudena)
Llegaste un día, llegaste.
Lancé mi miedo sombrío
a la hoguera de tus rizos
y se volvió ceniza
inconsistente
que el viento barrió
y dispersó
a nuestros pies.
Porque te abracé.
Porque fue como si en tu cuerpo
también la abrazara a ella,
como si en tus ojos viera
su ilusión sin límites
y aquella vieja sonrisa
de resplandeciente esperanza.
Como si de un abismo
de fosas y cadáveres
su cuerpo emergiera en tu cuerpo
penetrando por tus plantas,
adueñándose de ti,
reviviendo de nuevo
bajo tu carne joven,
cerrando las heridas
de su pecho fusilado.
Y eras tú
y era ella.
La perfección se completó
como cuando el sol
y los campos floridos
llenan la tierra de cielos estrellados.
Y te besé.
Y tus labios de pronto
me contagiaron de ella.
Y volvía a creer
y a gritar mi rebeldía
de nuevo,
sin temor.
Y volamos de la mano por las calles
donde la multitud perseguía
esqueletos de sueños
y alzaba viejos cantos naufragados
sobre olas de banderas.
Porque era la primavera.
Y era abril
y catorce
y la República.