Fue un gran compañero, un
gran amigo y un luchador infatigable, además de una buenísima persona. Pionero del ecologismo político, participó en cientos de combates a lo largo de su vida: contra la
energía nuclear, las centrales térmicas, el cambio climático, a favor de las energías renovables… pero tal vez una
de sus más grandes aportaciones fue liderar la lucha contra la privatización
del agua en Madrid con su impulso decidido a la Plataforma contra la
Privatización del Canal de Isabel II y a Marea Azul. En gran parte gracias a él, hoy seguimos disfrutando de un agua pública en nuestra comunidad.
Su muerte, hace ya más de un
año, fue un duro mazazo para muchos de nosotr@s.
María Sanchez Madrid y yo queremos homenajearle con dos pinturas y un poema que leeremos y exhibiremos durante la próxima presentación - concierto del libro TODAS LAS VIDAS en Madrid el próximo viernes 19 de febrero.
AGUA / TIERRA |
DOLOR
PARA SIEMPRE
(Ladis)
sentí que los brazos me dolían
y que iban a dolerme
para siempre.
A noche te soñé.
Soñé que me llamabas en la
sombra.
Soñé qué me decías:
¡Ven
por mí!
Estoy
en el estómago acogedor de nuestra cueva...
Me
verás en la mañana
renacer
en mi estandarte
recostado
en la hamaca
de
la risa del Sol.
Difícil es, amigo, vivir sin
que ya estés.
Difícil es oír
tu voz
entre los sueños
para después tan solo
despertar entre lágrimas….
Y oí que me decías:
¡Ven
por mí!
Soy
un trazo en la tela
de
una vieja pancarta,
los
labios que repiten
incómodas
verdades.
Me
tendí en el regazo
de
los verdes dragones,
en
el pecho invencible
de
los que gritan “se puede”.
Di
mi voz a las plazas que perdieron el silencio…
Pero
búscame mejor
en
el lago de plata
de
un panel fotovoltaico,
cabalgando
el rayo que en su centro navega.
Y
si no,
me verás impulsado hacia el cielo
por
el eco de las voces
que
se alzaron rebeldes
una
tarde de mayo;
flotaré
entre nubes y estrellas
o
tal vez,
simplemente,
me sentaré en las frescas baldosas
del
viejo Patio Maravillas
para
olvidar un instante el calentamiento global.
¡Búscame!
Me
encontrarás tejiendo,
como
cada noche,
la
bandera que en el día ha deshecho la derrota;
lameré
mis heridas
como
un león de fuego
y
lavaré su sangre con mareas azules.
Y
mañana en el alba me oirás rugir,
para
que el mundo sepa que jamás me rindo…
Y fue tu voz tan cálida,
tan real,
tan tuya
que por un momento sentí que
iba a darte
el abrazo de adiós
que no pudo ser.
Desperté de pronto:
sentí que los brazos me
dolían
y que iban a dolerme
para siempre.
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