Entre los poemas que ha
interpretado María Sánchez con sus pinceles y que pertenecen a mi libro TODAS
LAS VIDAS, están TROYA y EL FANTASMA. El primero habla del Neoliberalismo y las
desastrosas consecuencias de sus políticas en las sociedades humanas. El segundo, se
centra en uno los principales problemas que surge de la necesidad de
crecimiento económico desaforado de este sistema neoliberal: la degradación del medio ambiente.
Dos poemas hermanos para dos interpretaciones pictóricas diferentes y
profundamente interesantes.
TROYA
(Ulises)
Sigilosamente,
tras un respetable traje de
chaqueta y corbata,
el horror del infierno
ha penetrado en nuestro mundo.
Hace miles de años,
Homero lo imaginó entrando en
la ciudad de Troya
oculto en un ciclópeo caballo
de madera.
La realidad fue menos poética
que su imaginación:
¿quién iba a pensar que Ulises
sería un hombre de
constitución débil
y modales exquisitos,
tan orgulloso de
autoproclamarse
tecnócrata
y neoliberal?;
¿quién que su insignificante
maletín,
negro y reluciente,
iba a sustituir al caballo
majestuoso?
Y sin embargo el colosal incendio ,
que ya nos consume,
no podría caber ni en un
millón de Troyas.
En el agua de grumos y despojos
los muros suplantaban sus reflejos,
mas nunca vio su porte en los espejos
por no tener ni vista ni dos ojos.
El lago duplicaba cielos rojos
y la sierra septiembres a lo lejos,
contraria a los refranes de los viejos
que ya hablaban de nieve en los melojos.
“ADOSADOS EL BOSQUE”, aparecía
en un cartel enorme y aparente.
“Será por el otoño...”, se decía.
Esa tarde también le fue patente
que el peso de sus ramas no sentía
y al otoño culpaba, simplemente.
EL FANTASMA
En el agua de grumos y despojos
los muros suplantaban sus reflejos,
mas nunca vio su porte en los espejos
por no tener ni vista ni dos ojos.
El lago duplicaba cielos rojos
y la sierra septiembres a lo lejos,
contraria a los refranes de los viejos
que ya hablaban de nieve en los melojos.
“ADOSADOS EL BOSQUE”, aparecía
en un cartel enorme y aparente.
“Será por el otoño...”, se decía.
Esa tarde también le fue patente
que el peso de sus ramas no sentía
y al otoño culpaba, simplemente.
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