Javier Colón y yo analizaremos
esta divertida película de Alex de la Iglesia en una nueva edición de nuestra sección
El Guion de Cine También Es Literatura,
dentro del programa radiofónico El Rincón
de Las Letras.
No
os perdáis nuestro programa el próximo viernes
12 de enero en Libertad FM (107.0) de 20:30 a 21: 30 horas. O el lunes 15 en
Onda Verde (107.9) de 17 a 18 horas.
Nos encontramos ante una
comedia muy dinámica y divertida, con un guion bastante sólido y planteado de
tal manera que será difícil que nos aburramos o despeguemos los ojos de la
pantalla. Como de costumbre, paso a analizarla desde el paradigma de la estructura
en tres actos.
PRIMER
ACTO
El primer acto, como en todo
guion, tiene como cometido presentar la situación y los personajes. En el caso
de esta película, podemos decir que se lleva a cabo de una manera bastante
eficaz y, sobre todo, rápida, ya que enseguida llegamos al primer punto de giro
(momento de la película en el que la historia cambia completamente de rumbo),
que da origen al segundo acto. Esta rapidez es positiva desde el punto de vista
de cualquier guion, pues ningún primer acto debe atascarse. Debemos llegar
pronto al final del primer acto para que la historia de lo antes posible el
giro que necesita para no desinflarse.
Eva (Belén Rueda) y Alfonso
(Eduard Fernández), van a dar una cena en su casa una noche de verano para un
grupo de amigos. Se trata de los profesionales liberales con alto nivel de renta
(ella psicóloga y él cirujano plástico) a juzgar por el lujoso piso donde
viven.
Eva discute con su hija
adolescente Sofía (Beatriz Olivares) pues le ha encontrado una caja de condones
en su bolso. Además, no le gusta nada su
novio, Nacho, con el que se dispone a encontrarse esa noche. Acude a decírselo
a su marido, Alfonso, y éste no parece tener el mismo punto de vista de su
mujer, ya que parece ser partidario de tener más mano izquierda con su hija:
intentar comprenderla y no discutir todo el rato como hace ella. Al mismo
tiempo, Alfonso se fija en que su mujer lleva unos pendientes nuevos que no
conoce.
Alternativamente, vamos
conociendo al resto de asistentes a la cena. Por una parte, a
Antonio (Ernesto
Alterio) y Ana (Juana Acosta), un matrimonio con dos hijos que, a juzgar el
modo de consultar sus móviles, parecen tener alguna aventura extramatrimonial,
así como los típicos conflictos propios de mucha gente que lleva casada algún
tiempo y ha perdido la pasión.
Por otra parte, conocemos a
Eduardo (Eduardo Noriega) y a Blanca (Dafne Fernández), un matrimonio cuya
pasión y vida sexual, a diferencia de Antonio y Ana, parece estar en pleno
auge. Ella es veterinaria y él taxista.
Las dos parejas llegan a la
casa de Eva y Alfonso. Tras los saludos de rigor, comentan que esa noche va a
haber un eclipse, una “luna de sangre” y que han recibido en sus móviles un
montón wassaps y mensajes sobre el acontecimiento.
También, comentan que Paco
(Pepón Nieto), el último invitado que falta por aparecer, va a venir con una
nueva novia que se llama Lucía y que ninguno de ellos conoce. Debido a esto,
hay mucha expectación con su llegada. Sin embargo, finalmente, Paco viene solo diciendo
que Lucía se ha puesto enferma.
Empiezan a cenar. Surge el
tema de un amigo común que tenía una aventura con una chica mucho más joven y
al que su mujer pilló a causa de un mensaje de móvil. Tras esto se divorciaron
y ella le quitó todo.
Los móviles parecen los
culpables de todos los males del mundo. Sin embargo, todos dicen que no tienen
nada que ocultar y que la información contenida en sus teléfonos podrían
hacerla pública sin ningún problema. Es entonces cuando Blanca propone jugar a
un juego: si ninguno tiene nada que ocultar, ¿por qué no poner los teléfonos
móviles encima de la mesa y hacer público todos lo que les entre (wassaps,
llamadas, mensajes…), durante el tiempo que dure la cena?. Como ninguno quiere
que los demás piensen que tiene algo que esconder, no tienen más remedio que
aceptar jugar al extraño juego. Con la propuesta de Blanca, llegamos pues al
primer punto de giro y al inicio del segundo acto.
SEGUNDO
ACTO
Se inicia con un punto de
giro potente y la historia va creciendo en intensidad a medida que
avanza.
¿Cómo se consigue esto? A través la utilización de puntos de acción, tal y como los denominan los teóricos del guion
cinematográfico, como Linda Seger. Según esta autora, un punto de acción es un suceso dramático que provoca una reacción.
Normalmente esta reacción provoca otra acción.
Dichos puntos de acción serán
activados por los diferentes mensajes que los personajes van recibiendo y que
provocan una determinada reacción- acción en el resto. La acción- reacción irá “in crescendo” según avance la película. Al principio, se
tratará simplemente de pequeños malentendidos, acciones que alguno de ellos
lleva a cabo sin consultárselo a sus amigos o a su pareja y que provocan
ciertos resquemores.
En un momento, en el que
Paco sale a la terraza a fumar, Antonio le acompaña y le dice que por favor le
cambie el móvil (ya que el suyo y el de él son iguales), pues tiene una amante
joven que todos los días a la 10 de la noche le manda una foto, y como se
entere
Ana se va a divorciar de él y le va a quitar todo. Paco le dice que no.
Sin embargo, Antonio cambia ambos móviles sin que nadie se dé cuenta. Paco ha
empezado una relación con otro hombre que no ha querido confesar a sus amigos: ha
contado lo de Lucía porque le da reparo poner en evidencia su recién
descubierta homosexualidad. La historia toma pues un giro muy curioso cuando el
amante de Paco se pone en contacto con él y le dice que echa de menos sus
besos: este mensaje llega supuestamente al móvil de Antonio, y se crea una
situación muy divertida, pues Ana cree que le engaña con un hombre. Intentando
arreglar las cosas, Antonio las ha complicado.
Continúan los malentendidos
y los mosqueos a causa de los mensajes que se siguen recibiendo. Eduardo, que
durante toda la noche ha conseguido no coger el teléfono a Lola (la chica de la
centralita de taxis) con la excusa de que le puede endilgar un marrón, recibe
una llamada de un amigo preguntándole si a su chica le ha gustado un anillo y
unos pendientes que le encargó. Lo de los pendientes mosquea a Blanca porque
ella no los usa; ni siquiera tiene agujeros en las orejas. Vuelve a llamar Lola
y todos, incluida su mujer, le presionan para que coja el teléfono. Lola le
dice que se acaba de hacer un test de embarazo y que no sabe qué significa el
resultado…
TERCER
ACTO
Y así con parejas rotas y
cientos de mosqueos entre unos y otros, llegamos al segundo punto de giro del guion.
¿Qué pasará a parir de ahora? ¿Se romperán definitivamente las parejas y las
amistadas? ¿Se arreglarán? ¿Intervendrá de algún modo la magia del eclipse?
PERSONAJES
En general, hay una buena
construcción de los personajes. Son muy de estos tiempos, ya
que parecen
dominados por un profundo egocentrismo del que la película sabe reírse de una
manera muy clara. Sin embargo, no todos parecen egoístas, Alfonso y Blanca, por
ejemplo, dan impresión de buena gente y de no tener demasiado que ocultar (al
menos si les comparamos con el resto)
Aunque no se ha pretendido, en
mi opinión, llevar a cabo una crítica social aguda, tan solo rodar una comedia
divertida donde el espectador pase un buen rato (objetivo que se consigue con
creces), la película retrata bastante bien la sociedad actual (sobre todo la
realidad de la clase social media- alta) y especialmente nuestra dependencia de
las nuevas tecnologías y de los teléfonos móviles.
También se expone muy bien
la hipocresía social: vivir de las apariencias, de la imagen exterior que
ofrecemos a los demás y no de lo que realmente somos. Las apariencias, ese tema
tan presente en nuestra cultura y también en nuestra literatura y nuestro cine
desde El Lazarillo de Tormes, tienen en esta película un lugar muy destacado.
Asunto por cierto muy presente en el mundo de las redes sociales y de la
telefonía móvil.
Respecto a la evolución
interior de los personajes, no es muy acusada, pues no olvidemos que la acción
trascurre en una noche y, por lo tanto, no hay tiempo suficiente. Únicamente el
personaje de Eva, parece tomar conciencia de que deba tratar mejor a su hija
(tal y como hace su marido Alfonso) y de que la vida falsa y superficial que lleva
es una completa estupidez.